Las aplicaciones para hacer seguimiento del ciclo menstrual se han convertido en herramientas muy populares entre mujeres de todo el mundo. Permiten controlar fechas del periodo, síntomas físicos, búsqueda de embarazo o cambios hormonales. Incluso selecciones deportivas como la de rugby femenino de Gales las utilizan para planificar entrenamientos.

Sin embargo, lo que muchas usuarias desconocen es que detrás de estas apps se manejan datos extremadamente sensibles, y no siempre están debidamente protegidos.

En este artículo te explicamos qué peligros existen, qué ha dicho la normativa europea y cómo puedes protegerte si decides usar una de estas herramientas.

¿Qué tipo de datos recogen las aplicaciones menstruales?

Las “menstruapps” suelen pedir información muy personal: desde cuándo tienes la regla, si tienes relaciones sexuales, si estás buscando quedarte embarazada, hasta tus estados de ánimo o síntomas físicos. Todo eso se considera dato de salud según el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), lo que implica un nivel de protección especial.

Pero la realidad es que muchas de estas aplicaciones no tratan esos datos con el cuidado que deberían.

¿Pueden compartir tus datos con otras empresas?

Sí, y no es solo una posibilidad teórica. En 2019, la organización Privacidad Internacional analizó 36 apps menstruales y descubrió que el 61% compartía datos automáticamente con Facebook tan pronto como se abría la app. Algunas incluso enviaban información extremadamente detallada, sin que la usuaria lo supiera ni diera su consentimiento claro.

Esto es ilegal en la Unión Europea si no se informa correctamente, pero sigue ocurriendo, especialmente si instalas una app que no tiene sede en Europa ni sigue el RGPD.

¿Puede una empresa saber si estás intentando quedarte embarazada?

Sí, y eso podría afectarte en un proceso de selección laboral. Aunque esa cesión de datos incumpliría claramente la ley, si has aceptado sin leer los términos de uso o has otorgado permisos excesivos, la app podría estar compartiendo esa información con anunciantes o intermediarios de datos que acaban vendiéndola a terceros.

Y aquí es donde surge el mayor problema: tú crees que controlas tus datos, pero en realidad, muchas veces no es así.

¿Podrían tus datos usarse contra ti?

Este es uno de los mayores peligros, y ya no es solo una hipótesis.

En países donde el aborto está prohibido o restringido, como algunos estados de EE. UU. tras la derogación del fallo Roe vs Wade, las autoridades podrían solicitar a las apps el historial de seguimiento del ciclo de una mujer. Si, por ejemplo, una mujer deja de registrar su menstruación durante varias semanas y luego retoma los registros, esto podría usarse como sospecha de un aborto clandestino.

Privacidad Internacional alerta de que algunas apps ya han colaborado con autoridades en investigaciones, y muchas envían la información sin cifrar ni anonimizar. Es decir, pueden saber que eres tú.

¿Qué puedes hacer para protegerte?

Aunque lo más seguro sería no usar estas aplicaciones, si decides hacerlo, sigue estos consejos básicos de “higiene digital”:

  • Lee los permisos que pide la app antes de instalarla. Si pide acceso al micrófono, cámara o contactos sin razón, desconfía.
  • Consulta la política de privacidad. Fíjate si menciona con quién comparten tus datos y si están ubicados fuera de la UE.
  • Evita compartir información que no sea imprescindible. Si no es necesario indicar tus emociones, relaciones o medicamentos, no lo hagas.
  • Desactiva los anuncios personalizados en la configuración de la app.
  • Actualiza los ajustes de privacidad para que la captura de datos sea mínima.
  • Desconfía de las apps gratuitas que prometen muchas funciones: si no pagas con dinero, estás pagando con tus datos.

Conclusión: más control, menos exposición

Las apps menstruales pueden ser herramientas útiles, pero también entrañan riesgos reales para la intimidad y la libertad de las mujeres. Antes de instalar una, pregúntate: ¿de verdad necesito compartir todos estos datos con una empresa privada? ¿Confío en cómo los van a usar?

La mejor protección empieza por estar informada. Porque cuando se trata de salud sexual y reproductiva, la privacidad no es un lujo, es un derecho.

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